Alberto Navarro Urueta, un ícono que tuvo gran visión para la radio
Se caracterizó por su buen registro radiofónico, gran dicción, prosodia y manejo del idioma.
Aun cuando nació con imperfecciones visuales, tratables más no curables, Alberto Navarro Urueta enfrentó al astigmatismo y a la miopía gracias a una disposición temeraria, nata suya, que le permitió desafiar y encarar los avatares de la vida, desde los trece años cuando entró al mercado laboral en calidad de mensajero, fíjese usted, de la firma Garavito Hermanos, dedicada a la ciencia de la Oftalmología.
Barranquillero, orgulloso de su natal barrio San Roque, emergió a la vida el jueves 24 de febrero de 1944. Al igual que su hermana, Cielo, fueron criados por su progenitora, Doña Hilda, únicamente. Primaria y Bachillerato (inconcluso) los cursó en el Instituto Anexo del Colegio San José, que funcionaba frente a la iglesia del mismo nombre en pleno Centro de la capital del Atlántico.
Sus funciones de estafeta las cumplía Navarro Urueta en el agitado comercio del sector llamado Pica Pica, entregando y recibiendo pedidos de lentes, monturas, estuches, apósitos y demás aditamentos oftálmicos.
En una de esas correrías advirtió a un hombre, joven, alto, delgado, de nariz aguileña y cejas pobladas, con micrófono en mano, anunciando un remate de saldos textiles, a los mejores precios de la plaza, como estilaba la elemental razón publicitaria de la época. Ahí nació su afición al micrófono. ¡Navarro se propuso ser locutor!. Tiempo más adelante conoce personalmente al hombre anunciante del remate de bodega: Roberto Esper Rebaje, quien iniciaba, en la misma zona, lides en el mundo del comercio y las comunicaciones.
Alberto, aún adolescente, aborda la conquista microfonil en Emisora Variedades, en calidad de locutor y operador a la vez. Esta radio funcionaba en el mismo área en el que era mensajero, vecino a su barrio de origen y residencia, de tal forma que todo le quedaba cerca y a la mano. La programación de Variedades se basaba, principalmente, en canciones de tangos y rancheras, vocalizados por Carlos Gardel, Julio Sosa (el Varón del Tango), Miguel Aceves Mejía, Tony Aguilar, (después llamado Antonio Aguilar) y otros ‘’crooners’’ del común. También había programas de música del interior del país y de música del Caribe Colombiano. Por esas mismas anualidades posaron y pasaron ante sus micrófonos locutores muy populares como la emisora misma: Roque Celia Coll, Humberto Restrepo Viñas, Agapito Contreras, entre muchos. En alguna temporada se transmitió un radioperiódico identificado como Ecos del Caribe, escrito, dirigido y presentado por Rafael Pérez Hernández, también magnífico narrador de béisbol. De la sapiencia de ellos se nutrió Alberto Navarro: de música, canciones, compositores, intérpretes, agrupaciones musicales, periodismo y se adentró de lleno en los vericuetos radiales, alcanzando a ser Director Artístico de algunas de estas emisoras cuando, más adelante, prestó servicios profesionales en ellas: Kalamary, Voz de la Patria, Radio Tropical, Voz de Barranquilla, Caracol-Barranquilla, Radio Libertad, Radio Reloj de Cartagena…
Poseyó buen registro radiofónico, gran dicción, prosodia y manejo del idioma. Cuidaba mucho la correcta expresión del lenguaje, así como lo exigía a sus locutores subalternos. Era estricto, exigente y contó con gran talento para escribir libretos de programas y producción de cuñas comerciales y promociones radiales. Fue creador de programas cívicos, musicales, periodísticos, carnestoléndicos, de concurso y hasta narró radionovelas. Baste como ejemplos Discoteca de Recuerdos, Radio Tropical en Carnaval, El Agente Cívico, Fiesta con la Sonora Matancera.
A más de su capacidad para producir contenido radial, fue gran ejecutivo de la actividad, ya que gozó de amplia competencia administrativa para desempeñarse en este plano con iguales eficiencia y eficacia.
De locutor de cabina y luego Director de estaciones, por conducto de Willy Vargas, directivo radial caldense, le fue ofrecida la gerencia de Radio Reloj de Cartagena, ciudad donde Alberto ya había laborado, en sus inicios, en Emisoras Fuentes. Vargas Gómez ocupaba una de las Vice-Presidencias de Caracol. Corría el año 1975.
Desde la Heroica fue trasladado a la Arenosa en calidad de Gerente de Radio Tropical, ante reestructuración adelantada por la Cadena, asignándole a cada una de las tres frecuencias barranquilleras un responsable, así : Roger Araujo, gerente de Radio Reloj; José Daniel Sánchez, de Radio 15 y Navarro Urueta, de Tropical.
Tras su salida de Caracol, Willy Vargas es llamado para organizar el Grupo Radial Colombiano y encarga a Navarro del montaje de Radio Ciudad de Barranquilla, proyecto que enfrentó y sacó adelante, tomando para sí la gerencia de esa nueva expectativa radiofónica barranquillera, de la que estuvo al frente por casi tres años, logrando posicionar la nueva onda en buen nivel de audiencia.
Colocado en situación de independiente en el ejercicio de Locutor-Periodista puso al aire, en La Voz de la Patria, el espacio El Agente Cívico, dirigido a recibir de los usuarios de los servicios públicos domiciliarios, privados y estatales, información de la calidad en la prestación de los mismos para elevar, al instante, la correspondiente reclamación forzando así a los prestadores inmediata atención y solución a los problemas de los quejosos.
Alberto Navarro Urueta fue una persona controvertida: poco sociable, de temperamento fuerte, exigente, inflexible, obcecado, sin agüero, frentero y de pocos amigos. Los escasos que tuvo en el universo radial gozaron de su aprecio, benevolencia y predilección, entre ellos, Jacob Guerra Camacho, Beto Estrada, Henry Jiménez, Álvaro Ruiz Hernández, los juristas Víctor Arturo Polo Sanmiguel, Antonio Cueto Aguas, Joaquín Romero Calle y los periodistas José Manuel Iguarán, Benjamín Bula Roa y el autor de esta nota.
Infortunadamente un tempranero y progresivo Mal de Parkinson lo afectó y lo sacó del medio, justamente, cuando estaba en plena vitalidad y realización radial.
Mucho antes de este pasaje desafortunado, Mario Ceballos Araujo, quien también incursionó en la radio aunque de manera fugaz y, posteriormente, Fundador y Rector de la Universidad Autónoma del Caribe, lo vincula a la planta de docentes de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo. Allí conduce la Cátedra de Redacción y Radio y, como era de esperarse, Alberto Navarro fue estricto con los alumnos con quienes jamás compartía, pero fue eficiente en la enseñanza porque aplicaba un método riguroso que, finalmente, los educandos le agradecieron en grupo y de manera pública.
Para esos días su malestar iba avanzando y es cuando el ex Magistrado del Tribunal Administrativo del Atlántico, doctor Ceballos Araujo, gentilmente lo separa de la cátedra pero, en compensación, lo jubila de hecho pagándole las mesadas sin prestar el servicio. A la muerte de tan destacado jurisprudente las nuevas directivas de esta Alma Mater cortaron la vinculación de Navarro, a pesar de la petición clemente del afectado, privándole de los recursos que le permitían solventar su subsistencia.
Joaquín Romero Calle, compañero radial de Alberto Navarro en los años 70, en Caracol-Barranquilla, donde se desempeñaba como locutor general y relator de béisbol, se alejó de ese trajín emocionante, se acogió al ejercicio del Derecho y consiguió del Instituto de los Seguros Sociales la pensión de su amigo, con la cual resolvió sus problemas básicos de hogar.
Lo que graciosa y pomposamente la radio musical estéreo presenta todos los días, hasta saturar al oyente, llamado ‘’los especiales’’, maratónicos espacios cargados de vallenatos, muchos de ellos cansones hasta rabiar, Navarro Urueta los realizaba anualmente, 25 de diciembre o primero de enero, pero con música seleccionada, principalmente con canciones de la Sonora Matancera. Eran programas que recreaban esas fechas, además que instruian al oyente, como demandan los principios básicos de la radio. Prueba de dichos recuerdos la contiene este fragmento de ‘’un especial’’ del sábado 25 de diciembre de 1976.
Se recalca la disposición creativa en unas muestras que en su momento llamaron la atención, no por lo originales pero sí porque eran diferentes, tal el caso de un almacén situado en el Centro Comercial, especializado en la venta de accesorios de lencería: encajes, reatas, alforzas, letines, guipures, etc. Se llamó Almacén La Modista, que tuvo gran clientela y posterior competencia, distinguida como Almacén Franco. Navarro se inventó la mención publicitaria, así: ‘’Hablando francamente La Modista compra en Almacén Franco’’.
Otro de sus cabezazos fue el eslogan del periódico de Don Roberto Esper: ‘’Diario La Libertad con la fuerza de la verdad...no con la verdad a la fuerza’’, reducido luego a como los lectores lo identifican: ‘’Diario La Libertad con la fuerza de la verdad’’.
Las anécdotas, relatos curiosos, tristes o divertidos, no son extraños a nadie ni exclusivos de ninguno y son para recordarlos, así rocen a uno o a ciertos notables. De la cosecha anecdotaria de Navarro Urueta son: Dió empleo a un joven locutor, serio, responsable, a quien requirió mostrarle la licencia otorgada por el Ministerio de Comunicaciones, recordándole que por ley tenía que identificarse con su nombre completo, al inicio y al final de cada turno y decir el número de la patente de locutor. Sí, don Alberto, admitió el novel presentador, quien en su primera intervención dijo: ‘’Buenos días…Con licencia número tal del Ministerio de Comunicaciones les habla Tony Villa…’’. Al escuchar al muchacho, Navarro Urueta salió disparado para la cabina de locución y le reclamó por el cambio de apelativo, a lo que aquel alegó sentir pena por el nominativo que le endosaron y se comprometió a cumplir la norma oficial. En lo sucesivo se anunciaba correctamente: ‘’les habla Temístocles Villa’’.
Y es que Navarro tenía razón porque en la actualidad ciertos distinguidos comunicadores, sin motivo aparente, se identifican de manera diferente a como están registrados: ‘’Les habla el Caballo Castillo’’, cuando en verdad se llama Edgar Castillo. ‘’Soy Junior Beltrán’’; su patronímico es Remberto. ‘’Con ustedes Ley Martin’’. Abogado con nombre real Martín Alejandro Orozco Sánchez. ‘’Hablándoles Jackie Durán’’.También jurista, se llama Adalgiso Durán.
A finales de los años 60 trabajó en la desaparecida Radio Vigía (1.250 kilociclos) hoy Emisoras ABC, un locutor de origen ecuatoriano quien pomposamente se nombraba Alejandro Dumas y poseía licencia del Ministerio, pero su nombre real era Tumbaco. Su apellido, indígena también, se pierde en la nebulosa del olvido.
Y para cerrar con honores el anecdotario de Navarro sale a flote esta perla: Era el locutor de los anuncios comerciales en las escuchadísimas transmisiones del béisbol a través de La Voz de la Patria, desde el Estadio Tomás Arrieta, en la voz del excelente y carismático relator Marcos Pérez Caicedo. Se inicia el partido y Don Marcos es anunciado con bombos, platillos y trompetines por parte de Navarro Urueta. Finaliza la parte alta del primer inning y da paso a comerciales, negándole crédito a su compañero de labores, pero sí con una despectiva mención: ‘’Siga ustéééé…’’. Navarro Urueta recibe el micrófono, lee las cuñas comerciales y entrega nuevamente el micrófono al hombre de Calamar con la misma muletilla: ‘’Siga ustéééé…’’. Esta sorprendente salida obliga al relator de la pelota a exigirle, mediante escrito en un papelito, que anunciara : ‘’Y con ustedes Marcos Pérez Caicedo’’. El roqueño reaccionó de la misma forma: ‘’Y cuando usted vaya a anunciarme diga: con ustedes Alberto Navarro Urueta’’. Don Marcos acogió la solicitud y cuando nuevamente dio paso al locutor de comerciales, fingió una equivocación y dijo al aire: ‘’Y con ustedes Mojarra…perdón Navarro’’. Alberto recibió el micrófono y espetó al aire una sentencia: ‘’Señor Pérez Caicedo: si usted es payaso, yo no seré su carnal’’. Acto seguido se levantó de la silla y se largó, dejando abandonado y solitario en la transmisión al renombrado locutor beisbolero y noticioso.
Ese mal ejemplo de pordebajear al locutor de comerciales en la transmisiones deportivas solamente se da en Barranquilla. Aquí, más de un narrador deportivo, con ínfulas de vedette, minimiza, intrata, irrespeta y hasta regaña al aire a su compañero de oficio, encasquetándole apodos y alias, sin imaginarse siquiera que de la gracia y eficiencia del colega se deriva parte de su subsistencia.
Carlos Arturo Rueda Calderón, considerado el mejor relator deportivo de Colombia, quien se inició en Barranquilla durante los Quintos Juegos Centroamericanos y del Caribe en 1946, se contagió del ambiente caribeño y siempre fue gustoso de los locutores costeños como acompañantes de sus exitosas narraciones futboleras y los trató con admiración y respeto: el barranquillero Andrés Salcedo, a quien mencionaba como El Premier; el cartagenero Ricardo Villa Herbález, a quien presentaba como El General Villa; el barranquillero Juan Caballero, a quien distinguía como El Caballero de la Radio; el samario Cecil Alfonso Pardo, como la Perla Negra del Caribe Colombiano, sólo por aludir a unos de los muchos litoraleños del norte que acompañaron al oriundo de Costa Rica en sus jornadas radiales.
Tras este necesario interín hagamos referencia, de nuevo, de Alberto Navarro, ahora en su ámbito familiar.
Desposó en la Iglesia Católica con Haytel Arnedo, unión de la cual nació su hija, Patricia del Carmen, especializada en Educación, con énfasis en lecturas devocionales para niños, actividad que le permite viajar por el mundo dictando clases y dando seminarios. Se casó en Medellín, donde reside, con el pastor Jonathan Márquez. Tienen dos hijas: Andrea y Abby Daniela. Su padre, Alberto, la instó a ser escritora y tres editoras internacionales le publicaron su primer libro, SALTA, que es una motivación para tocar el Cielo.
Broche de oro
Dio ejemplo de seriedad; tuvo espíritu de imaginación; fue persistente en sus campañas; fue ejemplo de superación; amigo de sus pocos amigos; tuvo iniciativas radiales y periodísticas; obstinado en sus propósitos. Ello demuestra lo que siempre se creyó: tuvo gran visión para la radio.
Como correcto locutor que fue se despidió de la audiencia el sábado 13 de agosto de 2016, en Medellín, al lado de su esposa, hija, nietas y yerno. Su trayectoria califica, clasifica y acredita a Alberto Navarro Urueta como probado ícono de la Radio Caribeña.
Reconocimientos
*Armandito Torres Gutiérrez, Ingeniero y Editor General.
*Juan Guillermo Illera Guerrero y su Archivo Radiofónico y Fotográfico.
*Andrés Pumarejo, Editor Auxiliar.
*Producciones y Grabaciones Ricardo Lindo.Por:
Eduardo Rey Hernández-Vega edwardking61@hotmail.com